jueves, 28 de julio de 2022

PARTE DEL MARQUÉS DE COUPIGNY SOBRE LA BATALLA DE ARJONILLA

 




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EL JOVEN JOSÉ DE SAN MARTÍN, SOLDADO DEL IMPERIO ESPAÑOL

Sobre la vida de José de San Martín, Libertador de Argentina, Chile y Perú se sabe mucho, pero a continuación hablaremos sobre sus orígenes, sobre su vida menos conocida, la anterior a ponerse al servicio de la independencia americana. 

José Francisco de San Martín nació en 1778 en la antigua misión jesuítica de Yapeyú, en la actual Provincia de Corrientes. Fue hijo de los palentinos Juan de San Martín, Teniente Gobernador de Yapeyú, y de Gregoria Matorras, siendo el menor de cinco hermanos. Según teorías recientes, en realidad era mestizo, hijo del español Diego de Alvear y de la guaraní Rosa Guarú, que lo entregaron al matrimonio San Martín. 

Poco después la familia se trasladó a Buenos Aires, donde San Martín acudió brevemente a una escuela de primeras letras. En el año 1784, San Martín y su familia viajaron a España. En Madrid ingresó en el Real Seminario de Nobles y a continuación siguió sus estudios en la escuela de las Temporalidades de Málaga. 

En julio de 1789, a los once años, entró como cadete en el Regimiento de Infantería de Línea de Murcia. Sus primeras campañas fueron en el Norte de África contra los moros. Primero estuvo en Melilla, luego en Mazalquivir y más tarde fue parte de la guarnición de Orán. Durante su estancia en este lugar, la ciudad sufrió un fuerte terremoto y fue asediada durante varias semanas por el enemigo, siendo poco después entregada al Bey de Argel. 

En 1793 San Martín fue trasladado primero al Ejército de Aragón y luego a los Pirineos Orientales, donde combatió, al parecer como granadero, contra los franceses en la Guerra del Rosellón. En esta época participó en las batallas de Mas Deu y Truillás bajo el mando del general Antonio Ricardos. Por su destacada participación en acciones menores entorno a Le Boulou, San Martín fue ascendido al grado de Segundo Subteniente. A continuación, el Regimiento de Murcia pasó por Port-Vendres, por el Fort Saint-Elme y Collioure, donde tuvo que capitular a mediados de 1794, aunque los franceses permitieron a San Martín y a sus compañeros retirarse a España. Durante esas acciones, San Martín fue ascendido a Primer Subteniente y más tarde a Segundo Teniente de su regimiento. 

En 1795 España firmó la paz con Francia y en 1796 ambas naciones se aliaron contra Inglaterra. A finales de ese año murió el padre de San Martín en Málaga. Abiertas las hostilidades entre España e Inglaterra, San Martín se encontraba embarcado en la flota española y el 4 de febrero de 1797 tomó parte en la batalla del Cabo de San Vicente, en la que también participó el famoso Nelson y en la que vencieron los ingleses. 

Tiempo después, embarcado en la escuadra del Mediterráneo, San Martín sirvió en la fragata “Santa Dorotea”, al mando de la Infantería de Marina. En mayo de 1798 recaló en el puerto francés de Tolón, donde según algunos, conoció a Napoleón, que se preparaba para ir a Egipto. En julio la “Santa Dorotea” consiguió apresar un corsario inglés. Con la “Santa Dorotea” San Martín participó en seis misiones hasta que fue atacada frente a Cartagena por el navío de línea ingles “Lion”. Tras un reñido combate, la “Santa Dorotea” no tuvo más remedio que rendirse, siendo capturada por los ingleses, mientras que a las tropas se les dejó libres. 

Según cuenta Bartolomé Mitre en su obra sobre San Martín, este dedicó los siguientes meses a cultivar el dibujo y a estudiar matemáticas. En 1801, durante la guerra entre España y Portugal, conocida como la Guerra de las Naranjas, San Martín, al frente de una compañía de su Regimiento, participó en la invasión del Algarve y en el sitio de Olivenza.  A finales de ese año, mientras se encontraba reclutando tropas en Valladolid, hay testimonios que señalan que San Martín fue asaltado por bandidos, los cuales le robaron una gran cantidad de dinero. 

En 1802, según Mitre, San Martín estuvo presente en el bloqueo a Gibraltar y en Ceuta, aunque otros autores dicen que no hay datos para afirmar eso, y es que a finales del año, en un documento fechado en Cartagena es nombrado Segundo Ayudante del Batallón de Infantería Ligera de Voluntarios de Campo Mayor. 

En 1804 encontramos al futuro Libertador en Cádiz como Capitán Segundo en el mismo batallón, donde hizo frente a una gran epidemia de Fiebre Amarilla que devastó la ciudad. Es posible que durante las etapas de descanso San Martín visitara a su madre en Orense, donde esta residía. 

En 1807, el Tratado de Fontainebleau entre España y Francia hizo que San Martín volviera a los campos de batalla. San Martín y los Voluntarios de Campo Mayor, bajo el mando del General Solano, invadieron el sur de Portugal. Entonces, España, traicionada por Francia, fue ocupada por las tropas napoleónicas, por lo que Solano y los españoles abandonaron Portugal. Al General Solano se le insistió para que se rebelara contra los franceses, pero se negó, siendo acusado de traidor y atacado a finales de mayo de 1808 por el pueblo en Cádiz. Debido a esto, San Martín y sus hombres tuvieron que atrincherarse para defenderse de la insurrección popular. Finalmente Solano fue muerto por la turba, mientras que San Martín escapó a duras penas. 

A continuación, encontramos a San Martín, ascendido a Mayor General, en el Ejército de Andalucía que se había formado contra los franceses. A finales de junio, comandando guerrillas, tuvo una participación destacada en la Batalla de Arjonilla, donde, con fuerzas mucho menores, venció a la caballería francesa, causándoles graves perdidas. Poco después fue nombrado Capitán agregado al Regimiento de Caballería de Borbón. 

A continuación participó en una acción en Villanueva de la Reina y poco después, en la gran batalla de Bailén, donde los franceses fueron derrotados. Más tarde, en septiembre, el Ejército de Andalucía entró en Madrid, donde San Martín recibió los despachos de Teniente Coronel y una medalla de oro por la Batalla de Bailén. A finales de noviembre las tropas españolas, derrotadas por las francesas en la Batalla de Tudela, van hacia el sur, mientras que San Martín cubre la retirada. Más tarde, en el Ejército de Cataluña, parece que participó en los socorros a Gerona en 1809, durante el tercer sitio al que esta ciudad fue sometida por los franceses, aunque esta cayó finalmente en diciembre de aquel año. 

En enero de 1810 San Martín fue nombrado ayudante de campo del Marqués de Coupigny. Más tarde, en 1811, participó junto a portugueses y británicos en la indecisa Batalla de Albuera. Poco después, pasó a ser agregado de comandante del Regimiento de Dragones de Sagunto. A continuación, al poco tiempo de regresar de una estancia en Lisboa, conocedor San Martín de la Revolución de Mayo de 1810 y después de la Revolución del 5 y 6 de abril de 1811 en el Río de la Plata, decidió abandonar el ejército español y viajar a Londres y a principios de 1812 a Buenos Aires, donde comienza su historia como Libertador. 

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viernes, 15 de julio de 2022

El conflicto entre Italia y Guatemala de 1892-1898

 




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EL IMPERIALISMO ITALIANO EN AMÉRICA LATINA (1864-1930)

Una de las características de los siglos XIX y XX en los países de América Latina fueron los enfrentamientos con las grandes potencias de la época, en especial con Estados Unidos, Reino Unido y Francia. Sin embargo, es poco conocido el papel de Italia en estos conflictos. A partir de la década de 1860, cuando la unificación italiana estaba a punto de culminarse, el Reino de Italia comenzó a desarrollar una política exterior vigorosa y en ocasiones agresiva. En América Latina esta política exterior se tradujo en intentos por conseguir colonias y en numerosos conflictos con las repúblicas americanas. 

Una de las primeras noticias que tenemos sobre el interés de Italia en América es del año 1864. En noviembre el Gobierno uruguayo de Atanasio Aguirre arrendó a Italia la isla de la Libertad o de Rata, situada en la Bahía de Montevideo. Según el protocolo firmado, los italianos podrían construir depósito de la Regia Marina en la isla a cambio de 600 pesos anuales. Sin embargo, meses más tarde, en marzo, tras el cambio de Gobierno en Uruguay, Venancio Flores, Gobernador Provisorio, rescindió el contrato, lo que provocó la protesta italiana. Aún así, los italianos devolvieron la isla en agosto. 

Aunque este no sería el último intento italiano de conseguir un territorio en América. Entre 1868 y 1870 el Reino de Italia intentó obtener una colonia en las Antillas. Así, pretendió que Dinamarca le cediera la isla de Santa Cruz o que Suecia le vendiera la isla de San Bartolomé. Sin embargo, la aversión estadounidense a que una nueva potencia se instalara en el Caribe frustró los planes italianos. 

En la misma época, de acuerdo con algunas noticias, Italia pensó en crear colonias penitenciarias en ciertas partes de América, como las Malvinas, el Orinoco, Groenlandia, las Aleutianas o la Patagonia. Según algunas informaciones, a la Patagonia, territorio que Argentina aún no se había posesionado, pretendía el Gobierno italiano enviar a los briganti, los bandoleros del sur de Italia. Aunque este proyecto tampoco siguió adelante. 

Tras esta primera fase caracterizada por el intento italiano de expansión territorial, viene una segunda fase plagada de conflictos surgidos por el ansia italiana por proteger a sus ciudadanos emigrados a América. Uno de los primeros conflictos surgió con Venezuela. Durante la Guerra Federal varios ciudadanos italianos se vieron perjudicados, por lo que Italia intercedió por ellos, llegando a firmar un Convenio en 1866 que estipulaba una serie de indemnizaciones, aunque no sería hasta tiempo después cuando se establecieron las cantidades definitivas. 

El siguiente conflicto sucedió en agosto de 1868 en Perú, cuando los marinos del barco italiano, el “Emilio Rondanini”, se rebelaron en las Islas Chincha, resultando uno muerto y varios heridos, siendo otros detenidos por el Capitán del puerto. La legación italiana en Lima entonces protestó por la injerencia de los peruanos en un incidente ocurrido entre italianos en un barco italiano. A continuación, se produjo un largo intercambio de cartas entre las autoridades peruanas y la legación italiana donde se discutía sobre el Derecho Internacional. Finalmente, en marzo de 1869, Perú aceptó que los reos del “Emilio Rondanini” quedaran a disposición del vicecónsul italiano en El Callao. 

Años después Perú también fue en parte protagonista de otro conflicto con Italia. Durante la Guerra del Pacífico decenas de ciudadanos italianos residentes en Perú y Bolivia se vieron afectados por las acciones del ejército chileno, por lo que a finales de 1882 Italia y Chile firmaron una Convención de Arbitraje con el objetivo de crear un Tribunal Arbitral Italo-Chileno que resolviera las reclamaciones de estos ciudadanos, Tribunal que funcionó entre 1884 y 1888. 

En 1885 surgió el conflicto más agrio entre Italia y un país sudamericano. Ese año, durante la Guerra Civil colombiana, los bienes del italiano Ernesto Cerruti se vieron afectados y él acusado de colaborar con uno de los bandos. De inmediato Cerruti pidió la intervención de Italia para apoyar sus reclamaciones. Así surgió un largo conflicto diplomático, y casi militar, que se alargó durante 26 años. 

A principios de julio, para apoyar las reclamaciones de Cerruti, llegó al puerto de Buenaventura el buque de guerra “Flavio Gioia”. Su Capitán, para conseguir que le fuera entregado Cerruti, llegó a ordenar el desembarco de 150 de sus marinos y amenazó con bombardear aquel lugar, en un claro uso de la “Diplomacia de Cañoneras”. A pesar de este grave incidente, las negociaciones continuaron durante años, aunque ni la mediación de España ni de Estados Unidos fue suficiente para solucionar el conflicto. 

Así llegamos a 1898, cuando los italianos, para exigir el pago del dinero estipulado por el Laudo Arbitral del Presidente de Estados Unidos, planearon atacar varios puertos colombianos, bloquear su comercio y realizar desembarcos de tropas en el país. Finalmente el plan no llegó tan lejos, pero los italianos enviaron un buque de guerra a Buenaventura y varios más a Cartagena para presionar al Gobierno colombiano, el cual tuvo que aceptar el pago de una gran suma de dinero. Poco después, Colombia rompió relaciones diplomáticas con Italia, las cuales no se reanudaron hasta 1904. Y no fue hasta 1911 cuando se resolvió definitivamente el conflicto. 

En ese periodo Italia tuvo otros pequeños conflictos con Colombia. En uno de ellos España tuvo que mediar entre ambos países para satisfacer las reclamaciones de varios ciudadanos italianos, y en 1906 se produjo otro incidente entre Italia y Colombia que se solucionó con una indemnización. 

De menor importancia fue el incidente diplomático de 1892 entre Guatemala e Italia surgido a raíz de la reclamación de una ciudadana italiana residente en el país centroamericano. Este incidente no se resolvería hasta años más tarde y gracias al arbitraje del Gobierno español. 

Otro pequeño incidente se produjo en Perú en 1893 cuando el dueño italiano de una imprenta fue atacado por los seguidores del General Cáceres. El Encargado de Negocios italiano en Lima protestó por ello y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú aceptó entregar una indemnización, pero señalando que el ataque a aquel ciudadano italiano no fue fortuito, sino por su actividad política. 

Poco después, debido a la Guerra Civil de Perú, decenas de ciudadanos italianos, perjudicados por el conflicto, realizaron con el apoyo de su Gobierno reclamaciones económicas. Ambos países, tras años de discusiones, firmaron un Acuerdo en 1899 por el cual se sometería la cuestión al arbitraje del Embajador de España en Lima, aunque no sería hasta 1901 cuando el Árbitro dictó los laudos. 

En esa época, en 1896 los Salesianos fueron expulsados de Ecuador y sus bienes expropiados, por lo que Italia protestó en 1898. 

Pero fue entre finales de 1902 y principios de 1903 cuando tuvo lugar uno de los sucesos más graves. Italia, Reino Unido y Alemania bloquearon los puertos venezolanos, en un evidente uso de la “Diplomacia de Cañoneras”. Las tres potencias europeas reclamaban al Gobierno de Venezuela una serie de deudas contraídas por los gobiernos anteriores e indemnizaciones a sus connacionales por daños sufridos durante las últimas guerras civiles. 

En el caso italiano la intervención de la Regia Marina se debió a problemas con la empresa minera Martini.  Las naves italianas “Giovanni Bausan” y “Carlo Alberto”, a las que luego se unió el “Elba”, se estacionaron ante La Vela de Coro. El bloqueó se saldó con los bombardeos de Puerto Cabello y del Fuerte de San Carlos y terminó en febrero de 1903 con la firma de una serie de Protocolos para acordar el pago de las deudas, sin embargo, aún en 1908 Italia y otros países pensaban en intervenir en Venezuela para resolver sus diferencias con el Presidente Castro. Asimismo, el litigio con la empresa Martini no se resolvería definitivamente hasta 1930. 

Poco después del levantamiento del bloqueo en Venezuela, tras el derrocamiento de Juan Isidro Jimenes en la República Dominicana, varios países, entre ellos Italia, enviaron navíos de guerra a la isla para apoyar ciertas reclamaciones económicas. En el caso italiano, existen informaciones de que sus fuerzas, comandadas por el príncipe Luis Amadeo de Saboya, estuvieron dispuestas a desembarcar en la isla. 

Más tarde, en 1910 se resolvió uno de los últimos conflictos de los que tenemos noticias. Se trata de la reclamación de un peruano de padres italianos que pedía la protección de Italia, algo que un Tribunal de Arbitraje le negó. 

Pero no todo fueron conflictos. En 1893 Humberto I de Italia actuó de arbitro en la disputa entre Gran Bretaña y Estados Unidos en el Mar de Bering. Más tarde, su hijo Víctor Manuel  III arbitró en una disputa territorial entre británicos y brasileños. Este mismo rey emitiría un laudo arbitral para determinar la posesión de la isla de Clipperton que Francia y México se disputaban.

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viernes, 8 de julio de 2022

Cronología aproximada de las incursiones húngaras en Europa Central y Occidental.

-892, Moravia. 

-898, Lombardía. 

-899, Lombardía. 

-900, Baviera, Lombardía. 

-901, Moravia, Baviera, Lombardía, Carintia. 

-902, Moravia. 

-903, Baviera. 

-904, Lombardía.

-906, Moravia, Sajonia. 

-907, Baviera. 

-908, Turingia, Sajonia. 

-909, Suabia, Baviera. 

-910, Suabia, Franconia. 

-911, Suabia, Turingia, Baviera, Franconia, Borgoña. 

-912, Turingia, Franconia. 

-913, Suabia, Borgoña, Baviera. 

-915, Suabia, Turingia, Sajonia. 

-916, Baviera. 

-917, Baviera, Suabia, Lorena, Borgoña. 

-919, Baviera, Lombardía, Sajonia, Lorena, Francia. 

-921, Lombardía. 

-922, Lombardía, Apulia. 

-924, Lombardía, Toscana, Suabia, Sajonia, Borgoña, Provenza, Septimania, ¿Condados Catalanes?

-926, Baviera, Borgoña. 

-927, Roma, Toscana, Apulia. 

-928, Lombardía, Umbría. 

-931, Exarcado. 

-932, Francia. 

-933, Turingia, Sajonia. 

-934, Lotaringia. 

-935, Lombardía, Aquitania, Borgoña, Lotaringia.

-937, Marca de Friul, Baviera, Campania, Apulia, Carintia, Turingia, Sajonia, Franconia, Lorena, Aquitania, Borgoña, Provenza. 

-938, Toscana, Turingia, Sajonia. 

-940, Roma. 

-942, Marca de Friul, Califato de Córdoba, Condados Catalanes. 

-943, Baviera, Lombardía. 

-947, Exarcado, Apulia. 

-948, Baviera, Carintia. 

-951, Lombardía, Borgoña. 

-954, Baviera, Lombardía, Lorena, Francia, Aquitania, Borgoña, Provenza. 

-955, Baviera, Suabia. 

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942, LA INVASIÓN HÚNGARA DE ESPAÑA

Muchos habrán oído hablar de las Segundas Invasiones ocurridas durante la Alta Edad Media en la que Europa fue invadida por distintos pueblos: normandos, sarracenos, búlgaros, eslavos, húngaros,... Pero algunas de las incursiones de estos pueblos son poco conocidas. Este es el caso de la incursión que los húngaros llevaron a cabo en el noreste de la España Medieval en el año 942. 

Los húngaros o magiares, probablemente desde las estribaciones de los Montes Urales, llevaron a cabo una migración que a lo largo de varios siglos les trajo a Europa. Desde su lugar de origen quizás llegaron al norte del Cáucaso a principios de la Edad Media. Desde allí llegaron al suroeste de la actual Ucrania. En el siglo IX atravesaron los Cárpatos y se asentaron en la llanura panónica, donde crearon el Principado de Hungría. 

Desde su base en la llanura de Panonia la caballería húngara lanzó decenas de incursiones de saqueo y pillaje a los Balcanes, Europa Central y Occidental desde finales del siglo IX hasta mediados del X. Se sabe que los húngaros alcanzaron dos veces Constantinopla, destruyeron la Gran Moravia, penetraron varias veces en Italia, llegando incluso a llegar al sur de la península, y lanzaron varias razzias, entre otro lugares, a Baviera, Sajonia, Turingia, Borgoña, Provenza y Aquitania. 

En el año 924, el emperador Berengario I estaba en guerra con Rodolfo II de Borgoña por la corona del Reino de Italia y llamó en su ayuda a los húngaros. Estos incursionaron en Italia. Desde Italia los húngaros llegaron al sur de Francia y continuaron hasta la Gotia, es decir, Septimania, como nos indica Flodoardo de Reims en su Crónica. En este territorio los húngaros fueron victimas de una epidemia lo que ayudó al Conde Raimundo III de Toulouse a dispersarlos y a acabar con los restos de sus bandas. Según algunos historiadores esta incursión quizás llegó hasta el sur de los Pirineos. 

En 942, casi veinte años después de que los húngaros se acercaran a las fronteras de España, penetraron en la Península Ibérica. Las fuentes que nos hablan de ello no son abundantes ni suelen extenderse en su relato, pero nos ayudan a hacernos una idea de lo que pudo suceder. 

El historiador al-Masudi nos cuenta que los húngaros llegaron tan lejos como Roma o España. 

Liutprando de Cremona nos dice que el Rey Hugo de Italia hizo las paces con los húngaros y les entregó una gran cantidad de oro, a continuación les proporcionó un guía que les mostrara como llegar a Hispania. Pero no consiguieron llegar a Hispania ni a Córdoba porque el territorio que tuvieron que atravesar era seco y yermo. Creyendo que ellos y su caballos morirían de sed, mataron al guía de Hugo y regresaron rápidamente. Interpretaciones recientes dicen que Hugo envió a los húngaros a Fraxinetum, en la Provenza, y luego a España en una campaña punitiva contra Abderramán III, Califa de Córdoba, por no evitar las correrías de los salteadores de Fraxinetum. 

El geógrafo al-Maqdisi oyó en la Meca a un andalusí contar que los turcos, es decir, los húngaros, habían penetrado en una de las fronteras de al-Ándalus, que habían hecho prisioneros y habían capturado ganado. Añade que los caballeros encargados de perseguirlos capturaron a uno de los húngaros, pero no pudieron comunicarse con él. Ibn Hawqal, otro geógrafo árabe menciona que al-Ándalus era atacada en ocasiones por normandos, turcos pechenegos, eslavos y búlgaros. Quizás en su alusión a los tres últimos pueblos se refiriera realmente a los húngaros. 

Una fuente posterior, Ibn Hayyan, es más prolífico respecto a esta incursión de los húngaros, a los que también llama turcos. Cuenta que en julio del año 942 le llegaron al Califa de Córdoba una serie de cartas desde la Marca Superior, es decir, la frontera norte, informándole de una invasión de turcos. Estos invasores, llegados desde el este, pasaron por Lombardía y alcanzaron territorio musulmán desde el país franco. Desde el país franco la caballería húngara llegó y acampó cerca de la ciudad de Lleida y la asediaron durante 8 días. Desde allí lanzaron algunas algaradas contras las fortalezas árabes, avanzaron por el llano hasta Wadina, Cerretania y la ciudad de Huesca e hicieron prisionero al Señor de Barbastro. 

El Califa quedó consternado por estas noticias, pero otras cartas, una del gobernador de Huesca, le informaron de la retirada de los húngaros. Ibn Hayyan nos dice que la retirada se debió a que los húngaros eran tantos que pronto les faltó los alimentos y debieron retroceder. 

En septiembre el Señor de Zaragoza envió al Califa cinco cautivos húngaros, que según Ibn Hayyan, terminaron convirtiéndose y acabaron formando parte de la servidumbre del Califa. En el mismo mes, el Señor de Barbastro fue liberado tras el pago de un gran rescate. El geógrafo al-Udri también se hace eco de la liberación del gobernador de Barbastro, aunque por error se refiere a sus captores como “magus”, es decir, vikingos. Por último, llegó a Córdoba desde Tortosa la noticia según la cual los húngaros habían sido vencidos por los francos y otras naciones vecinas, causándoles grandes perdidas. 

A continuación, Ibn Hayyan, en otro pasaje. nos dice que Ramiro II, rey de León, aprovechó la entrada de los húngaros en el noreste de la península para atacar a los musulmanes. Esto es lo que nos dice: “cuando el enemigo de Dios, Ramiro hijo de Ordoño, conoció la aparición de los turcos en la Marca de Lérida y el pavor de los musulmanes de aquella zona, pretendió aprovecharse, violando las promesas a que se había comprometido […] al enviar al Señor de Castilla Fernán González con un nutrido ejército en apoyo de su yerno, García hijo de Sancho, Señor de Pamplona en la guerra contra los musulmanes. Juntando fuerzas se dirigieron a Tudela...” 

Aunque esta acción cristiana que nos cuenta Ibn Hayyan parece que no tuvo relación con la incursión húngara, ya que el ataque cristiano sobre Tudela y la posterior derrota de estos fue en primavera y el ataque húngaro tuvo lugar en verano. 

En referencia a este ataque cristiano, Ibn Hayyan nos da una pista sobre la poca importancia que pudo tener en realidad la incursión húngara. Nos cuenta este historiador que tras el ataque cristiano, los musulmanes respondieron en el mes de agosto con una incursión en territorio del Condado de Castilla. Esto hace pensar que sí tan grave hubiera sido la entrada de los húngaros en tierras musulmanas en verano, los musulmanes no hubieran desviado sus fuerzas hacia el territorio del Señor de Castilla. Por lo tanto, podríamos pensar que las correrías húngaras en el noreste de España solo fueron eso, unas correrías sin mucha importancia. 

Junto a las fuentes que nos hablan de la incursión de los húngaros hay que mencionar dos eventos que quizás estén relacionados. En primer lugar, la destrucción de iglesias que se produjo en el área de los Condados Catalanes a mediados del siglo X y su posterior reconstrucción. Y en segundo lugar, la Batalla de Baltarga, en la que murió el Conde Armengol de Osona, nieto del famoso Wilfredo el Velloso. Esta batalla es mencionada en una fuente cristiana, la Gesta de los Condes de Barcelona, y tuvo lugar en fechas cercanas a la irrupción de los húngaros. 

En cuanto a la destrucción de las iglesias aunque se puede relacionar con la presencia de los húngaros, no tenemos ninguna prueba de que fueran ellos los causantes. Y en lo referente a la mencionada batalla los historiadores se dividen. Algunos creen que fue un enfrentamiento entre los descendientes de Wilfredo el Velloso y otros opinan que fue una batalla entre cristianos y húngaros. Quizás esta última opinión se vea apoyada por lo que dijo Ibn Hayyan, según el cual, en su retirada, los húngaros habían sido derrotados por los francos y por sus naciones vecinas. 

Si tenemos en cuenta todos estos datos parece que la incursión fue un fracaso. No consiguieron tomar ninguna ciudad y al no poder sustentarse en un territorio tan seco y yermo debieron retirarse con un exiguo botín. Además, es posible que mientras volvían al sur de Francia, fueran vencidos por los cristianos de los condados catalanes. 

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