viernes, 24 de mayo de 2024
1879, LOS BOMBARDEOS CHILENOS DE PERÚ
Como hemos visto en otros videos, durante la Guerra del Pacífico la flota chilena jugó un papel importantísimo en las operaciones contra Bolivia y Perú. En el caso de este último país la escuadra chilena, como veremos, llegó a destruir varios de sus puertos en los primeros días del conflicto.
El 5 de abril de 1879, el mismo día que Chile declaró la guerra a Bolivia y Perú, una flota chilena comandada por el contraalmirante Juan Williams comenzó a bloquear el puerto peruano de Iquique. Una vez allí Williams decidió atacar varios puertos del sur de Perú para dañar la economía peruana y hacer salir de El Callao a su flota.
El día 15 de ese mes una división chilena dirigida por Williams y formada por la fragata blindada Blanco Encalada y las corbetas O'Higgins y Chacabuco dejó Iquique y puso rumbo al sur, al pequeño puerto de Pabellón de Pica, mientras que otra división dirigida por el capitán Enrique Simpson y compuesta por la fragata blindada Almirante Cochrane y la cañonera Magallanes fue enviada al norte, al puerto de Mollendo, quedando solo la corbeta Esmeralda bloqueando Iquique.
Una vez en el desguarnecido puerto de Pabellón de Pica, Williams ordenó a los buques neutrales que abandonaran el lugar y a continuación sus buques echaron a pique veintiuna lanchas y un pequeño vapor, además destruyeron las construcciones para la carga y descarga de guano. Por último, fueron embarcados unos 300 chilenos que se encontraban aislados en una pequeña embarcación.
Esa misma noche la división de Williams continuó su expedición hacia el sur, llegando al desprotegido puerto de Huanillos en la mañana del día 16. Allí, según los informes chilenos, fueron destruidas completamente las dos únicas construcciones para la carga de guano y lastre, para lo cual se llegó a desembarcar hombres que incendiaron todo. Además se destruyeron o capturaron decenas de embarcaciones. Según algún testimonio, mientras esto pasaba trabajadores chinos de aquel puerto aplaudían con jubilo. Tras esto, los chilenos pusieron rumbo a Iquique para continuar con el bloqueo a aquel puerto, a donde llegaron esa misma noche junto a sus presas.
Un día después, el 17, la división de Simpson llegó Mollendo. Allí se ordenó a los buques neutrales que dejaran de cargar carbón y mercancías, las cuales fueron capturadas por los chilenos, que además dejaron a las lanchas del puerto a la deriva. A continuación, se enviaron botes para destruir otras lanchas, aunque los chilenos fueron hostigados desde tierra por fuego de fusilería. Como respuesta, Simpson ordenó a sus cañones abrir fuego, los cuales hicieron huir a las fuerzas peruanas.
Durante las siguientes horas el puerto de Mollendo quedó bloqueado por los chilenos, que comenzaron a inspeccionar a todos los buques neutrales allí anclados. Finalmente, la Cochrane y la Magallanes dejaron Mollendo la madrugada del 19, poniendo rumbo a Arica.
Mientras esto pasaba en Mollendo, el día 18 se ordenó a la corbeta Chacabuco, comandada por Óscar Viel, que se dirigiera al puerto de Pisagua, al norte de Iquique, para destruir todas las lanchas que allí hubiera. Ante la previsión de que en Pisagua hubiera una fuerte resistencia peruana, de inmediato se sumó a la operación la Blanco Encalada.
Al llegar a Pisagua la Blanco Encalada vio como seis botes de la Chacabuco que se aproximaban a varias lanchas para capturarlas recibían un intenso fuego de fusilería por parte de tropas peruanas de la columna Ayacucho y de los nacionales que creían que los chilenos iban a desembarcar de forma inminente. Los botes consiguieron replegarse y los cañones de los buques chilenos abrieron fuego con bombas incendiarias sobre las posiciones peruanas, consiguiendo que estos se retiraran.
A continuación, nueve botes chilenos intentaron de nuevo hacerse con las lanchas del puerto, pero de nuevo los peruanos, desde sus nuevas posiciones, abrieron fuego de fusilería y los rechazaron. Como respuesta los cañones chilenos dispararon sobre las posiciones peruanas en la playa para proteger el repliegue de sus botes, haciendo estragos entre los defensores, asimismo fue bombardeada la población, lo que produjo varios civiles muertos y heridos.
Según las informaciones chilenas, hubo varios heridos y un muerto entres sus filas, quedando los botes seriamente dañados. Finalmente, los chilenos abandonaron Pisagua con rumbo a Iquique. Pisagua, según testimonios peruanos y chilenos, fue engullida por un terrible incendio que la redujo a cenizas.
Tras esto se produjeron otras acciones de la escuadra chilena en la misma región durante los siguientes días. Así, tenemos noticias de como se bombardeó la estación de tren de Iquique y el mismo tren, como el día 20 fue reconocido el puerto de Arica, como se visitó de nuevo Pisagua el día 29, donde se destruyeron varias embarcaciones sin resistencia de las tropas peruanas, y de como el puerto de Mejillones del Perú fue destruido junto a varias embarcaciones el día 30 por la O'Higgins y la Cochrane tras abrir fuego una pequeña dotación peruana que creyó que los chilenos iban a desembarcar, acabando así un primer mes de guerra frenético para la flota chilena.
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sábado, 18 de mayo de 2024
EL ESPIONAJE JAPONÉS EN ARGENTINA (1941-1945)
Como hemos visto en otros videos, durante la Segunda Guerra Mundial hubo varios planes nazis para atacar los barcos aliados que arribaban a Buenos Aires, incluso hubo un supuesto plan japonés para invadir las Malvinas, sin embargo es menos conocido el plan nipón para hundir los barcos británicos y estadounidenses que recalaban en el puerto de Buenos Aires haciendo uso, como veremos, de un objeto bastante sorprendente.
En 1942 mientras agentes del S. I. S., el Servicio Especial de Inteligencia de Estados Unidos, una rama del F. B. I. encargada de vigilar las actividades del Eje en Sudamérica durante la guerra, investigaban las comunicaciones japonesas entre Buenos Aires y Santiago de Chile, descubrieron un plan japonés para sabotear los buques británicos y estadounidenses surtos en el puerto de la ciudad argentina.
Las informaciones obtenidas por el S. I. S. señalaban como líderes de la red a dos japoneses, ambos funcionarios de la embajada de Japón en Buenos Aires, Tomiya Koseki, secretario en la legación, y Shozo Murai, un agregado civil.
Sobre Murai sabemos que desde los años '30 promovía la cultura japonesa en Argentina, mientras que de Koseki sabemos que durante los años '20 y '30 desempeñó varios cargos consulares en Brasil, siendo trasladado a Paraguay a principios de los '40. Allí, según informaciones del Departamento de Defensa de Estados Unidos, el 22 de noviembre de 1941, solo unos días antes del ataque a Pearl Harbor, Koseki informó al Ministerio de Relaciones Exteriores de su país que había quemado todos los códigos de acuerdo con las instrucciones del embajador japonés en Brasil. Meses después, tras la ruptura de relaciones de Paraguay con los países del Eje a finales de enero de 1942, Koseki fue expulsado del territorio paraguayo, trasladándose a Buenos Aires, donde comenzó a trabajar en la embajada japonesa.
A partir de ese momento Koseki y Murai crearon una red de correos, informantes y saboteadores. Según el S. I. S. Murai tenía conexiones con elementos nacionalistas chilenos y argentinos. Fue un chileno, descontento con los japoneses, el que los traicionó e informó de todo a los estadounidenses.
Otro chileno contratado por la red fue Carlos Santa Cruz Poblete, hombre de ideología nacionalista y fascista. Como averiguaron los estadounidenses, Santa Cruz y varios de sus familiares actuaron como correo de los japoneses. Además, Santa Cruz recopiló valiosa información sobre las características, armamento, carga y destino de los buques surtos en el puerto de Buenos Aires. Igualmente, se creyó que Santa Cruz estuvo relacionado con una supuesta red de infiltrados en las embajadas estadounidenses de América del Sur.
Durante sus investigaciones el S. I. S. descubrió que la red de Koseki y Murai pretendía sabotear barcos británicos y estadounidenses de un modo ingenioso, utilizando estatuillas de la virgen de Luján. Al parecer los japoneses rellenarían las estatuillas de productos químicos incendiarios, luego serían regaladas a los marineros de los barcos anclados en el puerto de Buenos Aires, y tras zarpar estos, las figuritas explotarían de forma retardada en alta mar. Sin embargo, este plan no se llegó a materializar, desconociéndose el motivo de por que se abortaron los planes de Koseki y Murai.
Lo siguiente que sabemos sobre los miembros de la trama es que Murai se reunió en 1943 con un espía francés reclutado por los españoles para servir a los japoneses. Luego, en abril de 1944, un comunicado de las autoridades argentinas le señalaba como el cabecilla del espionaje japonés en Argentina, cuya red enviaba información a Tokio mediante un código oculto en libros. Sobre Santa Cruz sabemos que fue detenido en mayo del mismo año por la Policía Federal Argentina acusado de espionaje. Tiempo después, ya en Chile, según señalan varios historiadores, agentes estadounidenses contactaron con él y trataron de reclutarlo como agente doble. Por su parte, Koseki fue deportado de Argentina en 1946 junto a varios diplomáticos y espías japoneses.
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domingo, 12 de mayo de 2024
Decreto de 1951 por el que Paraguay deja de estar en guerra con Alemania
PARAGUAY CONTRA EL IMPERIO JAPONÉS (1941-1945)
Como hemos visto en otros videos, de una u otra forma la Segunda Guerra Mundial llegó hasta América Latina, incluso al remoto Paraguay, país que llegó a declarar la guerra al Imperio del Japón y a Alemania en 1945. En el caso de Japón hay informaciones, que como veremos, son poco conocidas.
La primera noticia referente a Paraguay y Japón durante la Segunda Guerra Mundial es de noviembre de 1941. Según informaciones del Departamento de Defensa de Estados Unidos, el día 22 de ese mes, solo unos días antes del ataque a Pearl Harbor, el representante japonés en Paraguay, Tomiya Koseki, informó al Ministerio de Relaciones Exteriores de su país que había quemado todos los códigos de acuerdo con las instrucciones del embajador japonés en Brasil.
Semanas después, a mediados de diciembre, tras el ataque japonés a Pearl Harbor, Paraguay expresó su solidaridad con los Estados Unidos, aunque, a diferencia de otros países americanos, en aquel momento ni rompió relaciones con Japón y el resto de países del Eje ni les declaró la guerra.
Hubo que esperar al 28 de enero de 1942, día en el que acabó la Conferencia de Río de Janeiro, para que el presidente paraguayo, Higinio Morínigo, en virtud de las resoluciones de dicha Conferencia, decretara la ruptura de relaciones diplomáticas con los países del Eje. Así, en el artículo 1º del decreto 10.793 podemos leer: “Declárense rotas las relaciones políticas, comerciales y financieras entre el Gobierno de la República del Paraguay y los del Japón, Alemania e Italia”. Desde ese momento los intereses japoneses en Paraguay y los paraguayos en Japón pasaron a ser defendidos por España.
Semanas después, el 16 de febrero, el gobierno paraguayo publicó varios decretos detallando las medidas tomadas contra los ciudadanos japoneses y del resto del Eje residentes en Paraguay. En uno de estos decretos se decía que estos ciudadanos “no podrán ejercer el derecho de reunión, de asociación y de libre emisión del pensamiento, con fines patrióticos”. En otro de los decretos se prohibía cualquier tipo de comunicación con los países del Eje. Y en un tercer decreto se prohibía, entre otras cosas, “toda transacción comercial y financiera con Alemania, Italia y Japón y los países o territorios ocupados por ellos”.
En aquel momento, a diferencia de otros países, Paraguay no ordenó el internamiento de ciudadanos del Eje, aunque sí comenzó a controlar y restringir sus movimientos. Lo que sí hizo el gobierno de Morínigo durante la guerra fue deportar a algunos alemanes a Estados Unidos, los cuales quedaron detenidos en campos de internamiento. En el caso de los japoneses Paraguay no deportó a ninguno a Estados Unidos como sí hizo por ejemplo Perú con cientos de peruano-japoneses.
En esa misma época tenemos noticias por documentos estadounidenses de que ciudadanos y diplomáticos japoneses provenientes de Paraguay fueron conducidos a Río de Janeiro por petición del gobierno de su país y embarcados por mediación suiza y española en el buque sueco Gripsholm, el cual los llevó a mediados de 1942 al Mozambique portugués junto a otros cientos de nipones y tailandeses llegados de varios lugares de América. Allí fueron canjeados por diplomáticos y ciudadanos estadounidenses y de otras naciones aliadas que habían quedado atrapados en Lejano Oriente al inicio de la guerra. Entre los canjeados se encontraba, según la documentación estadounidense, un cónsul paraguayo, el cual fue repatriado en el Gripsholm junto a otros cientos de americanos.
También en 1942, según informaciones del Servicio Especial de Inteligencia de Estados Unidos, el anteriormente mencionado Tomiya Koseki, expulsado de Paraguay en marzo, había intentado junto a otro japonés y nacionalistas argentinos y chilenos establecer una red que pretendía sabotear los buques británicos y estadounidenses en Buenos Aires.
Más tarde, el 8 de febrero de 1945, en el deseo de incrementar aún más su ayuda y expresar más categóricamente su absoluta adhesión a la causa por la cual pueblos hermanos agredidos combatían con las potencias del Eje, Paraguay, aunque ya se consideraba en estado de plena beligerancia con Japón y Alemania, declaró la guerra a dichos países mediante el decreto 7.190. Así en su artículo 1º podemos leer: “Declárese a la República del Paraguay en estado de guerra con las potencias del Eje desde la fecha del presente Decreto-Ley”.
Semanas después, el 11 de abril, considerando que el estado de guerra imponía la necesidad de adoptar medidas que evitaran la comisión de hechos que pusieran en peligro la seguridad nacional por parte de los connacionales de Japón y Alemania, el gobierno paraguayo decretó la internación de los súbditos japoneses y alemanes considerados peligrosos. Así, los alemanes quedarían recluidos en lugares como la “Colonia Nueva Germania”, mientras que los japoneses quedarían internados en la “Colonia La Colmena”, situada en el departamento de Paraguarí y fundada en 1936.
Tiempo más tarde, en junio, por motivos de seguridad se estableció un registro para los japoneses y alemanes residentes en Paraguay. Según esto, las personas calificadas de peligrosas o sospechosas no podrían trasladarse de una localidad a otra sin permiso expreso del Ministerio de Interior y Justicia”.
Finalmente, tras la rendición incondicional de Japón el 15 de agosto, Morínigo decretó que el día 17 sería feriado en toda la República para festejar “el sometimiento del último refugio de las fuerzas que intentaron sojuzgar los principios y valores que animan nuestra civilización”.
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viernes, 3 de mayo de 2024
PITODORIS, LA GRAN REINA DE LA ANTIGÜEDAD
Con la muerte de Cleopatra VII y la expansión romana por Oriente Próximo parecería que el tiempo de las grandes reinas helenísticas tocó a su fin, sin embargo, tras el suicidio de la egipcia aún hubieron importantes reinas, de las que no conocemos mucho, pero que dominaron grandes territorios. Este fue el caso de Pitodoris I Filómetor del Ponto.
Sobre los orígenes de Pitodoris, nacida hacia el 33 a. C., poco sabemos con certeza. Según Estrabón, su padre fue Pitodoro de Tralles, un asiático tremendamente rico y buen amigo del famoso general Pompeyo Magno. En cuanto a su madre, una inscripción nos dice que se llamaba Antonia. A partir de este dato, y aunque no hay unanimidad, los principales eruditos han supuesto que esta Antonia fue hija del triunviro Marco Antonio y de su segunda esposa y prima, Antonia Híbrida la Menor, o bien, como proponen otros, de Marco Antonio y de una princesa oriental. Esta identificación entre una y otra Antonia se basa, entre otras cosas y como veremos, en varias relaciones familiares y en la presencia en la dinastía de Pitodoris de nombres propios que también se encuentran en la familia de Marco Antonio.
Lo siguiente que sabemos de Pitodoris es que se casó hacia el año 13 a. C. con Polemón I del Ponto. Polemón, amigo y aliado de Marco Antonio contra los partos, había recibido una parte de Cilicia de este. Luego el triunviro le entregó el reino del Ponto y el de la Pequeña Armenia, ambos territorios en el noreste de la moderna Turquía. Polemón también gobernó sobre la Cólquide, la actual Georgia, y por su primer matrimonio con la reina Dynamis, nieta del gran Mitrídates VI, reinó sobre el Bósforo, lo que hoy son las penínsulas rusas de Crimea y Tamán y el litoral del mar de Azov.
Con Polemón tuvo Pitodoris tres hijos antes de que este muriera hacia el año 8 antes de nuestra era. Tras esto, el Bósforo regresó a Dynamis o bien al hijo de esta, Aspurgo. Mientras, la viuda Pitodoris se quedó con los territorios anatólicos, lo que es una prueba de la buena relación de la reina cliente con el emperador Augusto, quizás debido a que era sobrina de las sobrinas de este, Antonia la Mayor y Antonia la Menor, hijas de su hermana Octavia y de Marco Antonio, abuelo de Pitodoris.
Estrabón cuenta que Pitodoris reinó sobre la Cólquide, Trapezunte, Farnacia y sobre los bárbaros del interior. Más adelante, en otro pasaje, Estrabón dice que Pitodoris, “mujer sensata y capaz de estar al frente de los asuntos de estado”, también dominaba los territorios de los tibarenos y de los caldeos, a orillas del Mar Negro.
Lo siguiente que sabemos sobre Pitodoris es que en los primeros años de la era cristiana se casó con Arquelao, rey de Capadocia y de la Pequeña Armenia, por lo que también se convirtió en reina consorte de estos territorios minorasiáticos situados al sur de sus dominios. Arquelao, también conocido como Sisines, había estado relacionado con Marco Antonio al igual que Polemón. Su madre fue la hetaira Gláfira, amante del general romano al mismo tiempo que este mantenía una relación con la egipcia Cleopatra. Marco Antonio entregó Capadocia a Arquelao en el año 36 a. C. y dieciséis años después este también recibiría de Augusto la Pequeña Armenia y la Cilicia Traquea.
Del reinado de Pitodoris durante aquellos años se conservan varias inscripciones en las que se le llama “reina Pitodoris Filométor”, epíteto real muy común entre los monarcas helenísticos que significa “la que ama a su madre”. También durante su reinado se acuñaron dracmas de los que se conservan escasos ejemplares. En estas monedas de plata podemos ver en el anverso los rostros de Augusto, Livia, Tiberio y quizás el suyo propio, y en el reverso la leyenda BASILISSA PYTHODORIE, es decir, reina Pitodoris.
Poco después de estas acuñaciones, en el año 17, Arquelao murió por instigación del emperador Tiberio y su reino fue convertido en provincia romana. Tras esto, Estrabón dice que Pitodoris, que no había tenido hijos con Arquelao, aún reinaba sobre el Ponto, dominando también el país alrededor de la ciudad de Comana y las regiones pónticas de Cabira, Fanorea, Zelitis y Megalopolitis, regiones contiguas al territorio bárbaro sometido por ella, aunque no tenemos detalles sobre cuando y en que circunstancias Pitodoris conquistó estos territorios.
Por último, dice Estrabón que en la región de Megalopolitis se encontraba la ciudad de Dióspolis, rebautizada por Pitodoris como Sebaste, la cual embelleció y convirtió en residencia real, desde la que gobernó con ayuda de un hijo de nombre desconocido.
En esa misma época, hacia el año 18, otro hijo de Pitodoris, Zenón, conocido como Artaxias III, fue coronado como rey de la Gran Armenia por el general Germánico, su primo. Mientras, otra hija de Pitodoris, Antonia Trifena, se había casado con Cotis VIII de Tracia, convirtiéndose así en reina consorte de este territorio.
Años más tarde, en algún momento impreciso de la década de los 20 o 30 Pitodoris moriría. Lo último que sabemos sobre la reina del Ponto es que varios de sus nietos, hijos de Antonia Trifena, reinarían. Así, Pitodoris II, llamada como su abuela y casada con su primo Remetalces II de Tracia, sería reina consorte de este territorio. Una más que posible hermana de Pitodoris II fue Gepaepyris, la cual se casó con Aspurgo del Bósforo y reinó algún tiempo en solitario tras enviudar hacia el año 38.
Por último hay que mencionar a los tres nietos varones de Pitodoris, Remetalces III, Cotis IX y Polemón II, a los que el emperador Calígula les entregó reinos ese mismo año. Al primero le dio Tracia, al segundo la Pequeña Armenia y algunas regiones de Arabia y al tercero, que quizás pudo haber gobernado brevemente sobre el Bósforo, le concedió Cilicia y el Ponto.
De Polemón II, heredero de los territorios de su abuela Pitodoris, podemos añadir que estuvo casado en primeras nupcias con la princesa judía Julia Berenice, bisnieta de Herodes el Grande, y que se le ha identificado con Marco Antonio Polemón, hombre que gobernó la ciudad cilicia de Olba y cuyo nombre lo conecta con Marco Antonio, aunque otros autores creen que este Marco Antonio Polemón podría ser el hijo anónimo de Pitodoris.
Sea como fuere, que Calígula entregara reinos a los nietos de Pitodoris es un indicio de las buenas relaciones entre ambas familias, y es que hay que recordar que el emperador era bisnieto de Marco Antonio a través de su hija Antonia la Menor, mientras que aquellos eran en teoría tataranietos del triunviro a través de su bisabuela Antonia.
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